jueves, 17 de abril de 2008

Recuerdo

En su casa-laberinto mi cuerpo, como una planta, crece en la imaginación del desierto.
La espera, con olor a jazmín y a glicinas, en el fresco patio.
La vereda desfila la vida social.
Las mujeres saludan cuando pasan.
Las ramas de la parra proyectan su encaje verde.
Acurrucado, como un embrión, soy capaz de dar a luz en esa sombra.

Márgenes

Sigo pensando... ¿Estoy perdido?
En esta ciudad cubierta de nieblas, cruzo la avenida, como un blanco móvil.
Soy como un bloque en busca de hacedor. Soy sin forma. Una liebre reflejada corre por cien oscilantes espejos.
Un antifaz o una máscara por día; mi alegría, alguna vez fue brillante.
El furor conduce al deliriums tremens. El paraíso es un insecto que liba el azucarado borde de una copa. Tiene la vis cómica de las Letras.
Las musas, hendiéndose unas a otras, dan forma a sus emisarios en secretas embajadas.
Voy por los márgenes de la filosofía. De noche camino en una total oscuridad con un par de velas.
El nido cobija al mundo. La fina fisura expone. La mano envuelve al guante.
Aquí en Möebius ¿quién no es doble?