sábado, 30 de agosto de 2008

Inspira el deseo de volver a ser

Retomo el blog, pero creo que no estoy ni mejor ni peor que antes, cuando no escribía, y aclaro que no estoy muy seguro, cómo decir qué es lo que me pasa. ¿No será que no pasa nada?

Cuando me pregunto ¿cuál es la relación entre mi producción y este pulpo digital? pienso que he multiplicado las posibilidades de difusión, pero no sé si esto ha mejorado su calidad, o por lo menos su intensidad.

(Abrí un par de fotologs, una cuenta en facebook, otra de imágenes en flick, más otras que ya se fueron quedando...)

Hace bastante tiempo que me encuentro así. Estoy desorientado... Me siento inmóvil, rodeado, hacinado tecnológicamente y por ende, existencialmente. Perdido en el centro de un laberinto virtual y real del que me gustaría salir, aunque más no fuera gritando. Los hilos que me conectan al exterior (donde seguramente estás vos) estan enredados o rotos.

Estos últimos días fueron de extremo nerviosismo. El miércoles pasado (27 de agosto) estuve en una mesa del CCRojas, invitado para testimoniar sobre mi actividad de performance, y aunque pude expresarme, leyendo algo que había escrito, mostrar un video (de la primer presentación en Casa del Sur), llevar a un compañero performer (Ser Sanguín, compañero de vida, actor, recito un fragmento de "Los poseídos entre lilas", obra que estrenamos en 1998 y de la que se cumplieron diez años en 2008 ) y acompañando su participación, pude mostrar otro clip que edité, con imágenes suyas (que está colgado más abajo); digo, a pesar de todos los demás contratiempos (Klaudia con K no pudo ir, el cd con imágenes no se pudo pasar, etc) problemitas que se pudieron sortear o intercambiar, a pesar de esto, sentí que todo el testimonio era absolutamente opaco (salvo la intervención de SER)
Performance, cuerpo, escritura y dramaturgia, eran los tópicos sobre los que se discutía.
Frente a mis ojos, la gente en la penumbra, parecía más enigmática que los ídolos de la isla de Pascua.

(Ese día me puse un par de zapatos nuevos que me había regalado mi tío, el poeta. Los zapatos me resultaban lígeramente grandes, así que me puse dos pares de medias, como para amortiguar el efecto. Igual, lastimaban. Asi que terminé caminando en puntas de pié por la calle Corrientes, lo cuál era bastante cómico, de no ser tan penoso)

Y cuando salimos de la sala Abuelas de Plaza de Mayo, en el hall de la anterior sala de exposiciones del Rojas, un muchacho me buscaba, para pedirme disculpas.
Parece ser -según me explico- que alguna vez me había visto en alguna presentación en un bar de la Boca, y no habiéndole gustado lo que vió, dejo un comentario hóstil en mi fotolog.
A raíz de esta situación (yo no puedo recordar el incidente) se había llegado hasta el Rojas, para pedirme disculpas y estrechar mi mano.
Así lo hicimos.
Me pareció un gesto inusual, humano, valiente, en el que reparé un poco con asombro y distancia, pero que ahora me resulta iluminador.

Últimamente -pero no puedo precisar desde cuándo, quizá esto empezo en la infancia o vaya a saber cuando- mis lazos con los demás se han ido deteriorando de tal modo que me he convertido en una especie de persona que ya no conoce ni reconoce más personas sino apenas fantasmas.
Yo mismo he perdido mi propia personalidad.

En este estado de extrañamiento, de sonambulismo, de cerrazón, es lógico que el poder de mi ser, se haya resentido ante la devaluación de la palabra, la catástrofe generalizada del gesto, y a nivel de lo performático, salvo los momentos de las presentaciones, mis preocupaciones plásticas, no encuentran salida de los confines de mi exiliado mundo.

Deprimido económicamente, aislado socialmente. decepcionado de mí mismo y del estado actual de las cosas, debo reconocer que mis fanatismos siguen imperturbables. Sólo que tampoco estos subterfugios ya no alcanzan a ser tan eficaces placebos.

¿Será por eso que mi ser se despierta de su prisión cuando ciertos rayos poderosos atraviesan la pesada átmosfera que reina entre estas tinieblas?

(La vida-obra de Andrés Caicedo, El testamente de Orfeo de Jean Cocteau, el ciclo de films mudos de Jean Renoir, que pasaron por estas noches en Filmoteca, el último video de Grace Jones (Corporate Cannibal), la relectura de algunos capítulos de "Por una ética de la crueldad ")

En fin... espero poder seguir cruzando el puente que separa mi casa, y en todo caso, espero que algo nuevo nazca del ocaso.

Por supuesto hay amigos, personas (cólegas o públicos) que me estiman, sólo espero poder seguir haciendo cosas con ellos, pero evidentemente (odio esta palabra, en la charla la repetí innecesariamente) el problema es interno.