sábado, 20 de septiembre de 2008

Entretelas


No puedo dominar mi súbita emoción. Estoy frente al cuadro de aquel que que siempre amé pero jamás vi. Me fascino dentro y fuera de todo marco. El cuerpo de Batato, su representación, esta allí. La presencia me vuelve meditabundo. 
Batato se hace visible en la promesa de un más allá multicolor. Su representación ayuda a presentar la otra, definitivamente imposible. Un performance a la hora de ver/ te, pienso. Voy a juntarme a tomar el té con Batato, por fin, pleno suspiro. ¿Acaso estoy loco? ¿Acaso sueño? Puede ser... 
La cuestión es que el citado cuadro se expone en esta sala dentro una muestra (Berni y sus contempóraneos) en este museo. 
El vuelo entre luminoso y sombrío de Batato aterriza en este mundo color Malba. 
La gente pasa, gira alrededor, mira el cuadro, busca el nombre, acaso recuerde, vuelve a mirar el cuadro y se va a seguir su recorrido, programado. 
Pero yo me quedo fijo, anclado, entre la muchacha de Berni, que se asoma, medio desnuda en su cuarto del Hotel Chelsea, detrás de una tela rosa rayada y real. En el centro esta el Perla, taxi boy inmortalizado en una escultura de Pablo Suaréz, que pela su enhiesta verga dentro de su propia concha. Otra aparición femenina de Berni lleva un cinturón de castidad y está de pié sobre una tumba. La inscripción misteriosa dice Walter (1950-1975) Y Walter también era el nombre de Batato. Salvo que las fechas para él serían 1961-1991. 
Mis ojos vírgenes devoran esta múltiple escena. Una región de presencias obsesivas. Esta constelación mórbida y sensual, devela un juego de tesoros ocultos. Los entes por aquí pasaron, fueron y habitaron cuerpos (con o sin tetas) cuyas fragantes texturas, olores y colores fuertes y miradas centelleantes ya no están. 
Acontece en esta visión como con todo aquello que nace y muere en el sublime atardecer de un museo, da pena. 
Un performance a la hora de verter te. 
A la presentación de su cuadro llego Batato ya enfermo a tomar el té junto a la artista y a su compradora.  En la ex-galería del Rojas hay una foto que registra el momento. A las entretelas de esa enternecedora mesa el invitado llego para decir:
-Serviremos té frio o caliente, pero jamás té tibio. Nuestra pretensión será tomar té  y re-tomarte, sólo por el puro placer de decir/te, bail/arte y jug/arte, entre risas, poemas y canciones, excelente envite a tu fascinación. 
En términos de Batato, se trataba de abolir todo posible entendimiento y reivindicar el arte como estimulante juego. 
Entre visitas y secreteos, él vertía pociones y pasiones en cada pocillo. Su estimulante menu estaba surtido de sus  autores favoritos.
¿Batato contaba con que su retrato lo sobrevivía? La respuesta oscila en su pecho: “Yo puedo observarte como si vos fuéras otra pintura.”  
Contemplo su túnica negra y  el collar de bijou platedo. Aquí están los objetos que arrastró toda su vida: el casco de tules negros, el payasito, el anillo enorme con un chupete, la pistola de juguete en la mano, los papeles heridos de tinta. La artista halló la manera de colocar todo en su sitio. Una representación ayuda a presentar otra. 
Y el modelo aprobó con su propia firma la pintura. Una firma de fibra. La amorosa fibra del cuerpo Batato. 
Pero su mirada -como la de la niña de los ojos de paloma del monólogo Restos de Pizarnik-serrucha todo soporte. 
Entre la nada y el ser, está el pigmento. En mi mente, las flores se abren como llagas. Un dolor, no cicatrizado, no oculta mi sino. El duelo del color. 
La ausencia de Batato reina en este lugar donde el poder pulsa y domina. Pero la súbita aparición del deseo rasga el caparazón hueco de lo bello en el museo. Este cuadro no oscila pero esta vivo. Envía una energía que llega desde otro lugar. El cuadro abre la jaula. El tiempo escapa y remite a otra escena, la del estudio donde Batato estuvo, su cuerpo posando, enterito, su cuerpo, con las piernas y las palabras cruzadas:  
¡Estallan las estructuras! Detrás de este cuadro, hago el amor con la muerte. Mi entretela desgarra la museificante osificación de la cultura. El resto es pintura.
Lunes, 09 de mayo de 2005

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